Horribles relatos de una mente sin remedio: El peso de la enana
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domingo, 29 de septiembre de 2013

El peso de la enana



Marian nunca logro nada en su vida, su mayor triunfo fue ser uno de los fenómenos de un deprimente circo ambulante, ser enana, obesa y velluda no eran cualidades precisamente agraciadas para una dama; pero su grotesca imagen era un buen negocio, una bizarra curiosidad por la que había que pagar para ver.

Una vida deprimente para un personaje igualmente deprimente.

aquel ambiente no era precisamente el mejor y los demás fenómenos no eran tampoco los mejores compañeros, Marian tuvo que verse obligada a soportar el abuso sexual de Frank, el fenómeno gigante del circo, por la ausencia de autoestima y mejores condiciones no pudo hacer mas que soportar los abusos del gigante durante meses.

El tiempo paso y lo inevitable sucedió, Marian se embarazo, pasaba noches enteras acurrucada, sollozando, aferrándose a su barriga, parecía resguardarse en ella como quien mira en ella un escape a aquella realidad.

con sus 90 cms de altura y su estomago de 6 meses aun mas ancho que su altura, la hacia ver aun mas bizarra. Su cuerpo siendo mas deforme por su embarazo no le permitía caminar, permanecía siempre recostada, pero a pesar de eso, Frank no dejo de violarla. Y fue en una de esas violaciones en que dio a luz. Teo nacio de manera prematura antes de llegar a los 7 meses, fue un parto traumático que dejo a Marian con las piernas separadas de manera permanente, había sido demasiado para su pelvis.

Los años pasaron, miles de historias en cientos de lugares seguían sucediendo en aquel decadente circo que exhibía sin cesar sus grotescos fenómenos, consumiendo sus esperanzas y quebrantando sus voluntades. Para aquellos fenómenos de circo no existía otra cosa mas alla de aquella carpa, no había salida de aquel lugar, solo la absurda resignación, la amarga resignación de aquella insana existencia.

A los 15 años, Teo se había vuelto la atracción principal del circo junto a su madre, duplicaba su altura y casi triplicaba su peso, pero aun así, al padecer un severo Síndrome de Down, era muy dependiente de su madre, aquello creaba una escena sombria por decirlo menos, Marian sostenía a su hijo sobre sus piernas usando pañales, el cuerpo de Marian casi parecía ceder ante tanto peso, se veía como resignada soportaba el enorme peso que llevaba encima.

Aquel noviembre de carnaval, luego del canto de la soprano y con el telón ya cerrado, Marian caminaba arrastrando sus pasos con su hijo al lado, se dirigía a su remolque, los payasos se desmaquillaban a su alrededor, los animales defecando por doquier y la noche haciéndose cada vez mas oscura. Marian entro en su remolque, Frank se encontraba dentro, ella sabia que aquello no era nada bueno y prefería que su hijo no presenciara aquel abuso por lo que lo amarro en la parte de afuera mientras lo peor pasaba.
Pero, esta vez Teo se soltó de sus amarras, escucho la voz de su madre y entro al remolque, lo que vio fue a Frank golpeando a su madre. La ira domino a aquel chico retrasado y se abalanzo sobre Frank, en un instante tomo su cabeza y comenzó a azotarla una y otra vez contra el piso hasta que en sus manos quedaron solo grandes trozos de cráneo salpicado todo con sangre y sesos. El alboroto se escucho por todo el lugar, los demás conocían a perfección el carácter explosivo de Teo, dos de los payasos ingresaron armados con un hacha con el fin de detener aquello, pero aunque Teo era mentalmente retrasado sus movimientos no eran tan torpes, con un par de golpes arrebato el hacha a sus atacantes, y con ella mismas, termino masacrándolos. Marian gritaba y gritaba sin cesar, y entre la algarabía, su propio hijo sin pensarlo le clavo el hacha en la cabeza.

Marian cayo muerta casi al momento, y su hijo observo impávido lo que había hecho, su cerebro apenas y comprendía la escena, en las afueras, mas fenómenos se acercaban armados, Teo no razonaba mas y salio corriendo y gritando de aquel lugar, sin saber donde iba, sin saber lo que decía.

Marian yacía en el piso de su remolque, su mirada perdida se dirigía al techo, parecía poder observar las estrellas del firmamento incluso a través del techo de su estancia, casi podría decirse que en su rostro se dibujaba una sonrisa, como quien descansa de su tormento, de su cautiverio, parecía haber escapado alcanzando al fin la libertad.

Teo también escapo hacia el desierto, hacia su propia muerte, solo tres días fueron suficientes para que los buitres se encargaran de el.

El circo continuo con su función, aquel era solo un lugar mas, una historia mas, los payasos siguieron riendo y la función continuo como si nada, aunque las sombras siguen rondando aquel circo…
      
     

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